El dependiente

Fernández es empleado en un negocio de venta de artículos de ferretería. La muerte de su patrón, don Vila, es un pensamiento recurrente: no olvida que una vez le prometió, al pasar, que algún día el negocio sería suyo. Los días de Fernández transcurren entre la rutina del comercio y visitas a la casa de su enamorada, la señorita Plasini, quien vive con su madre y su hermano en un ambiente asfixiante, siniestro. En su tercer largometraje, Leonardo Favio construye un retrato de la abulia y la medianía, a través de un enrarecimiento formal ya explorado en su film anterior, El romance del Aniceto y la Francisca. El dependiente es un curioso caso de film a la vez distante e intenso, con un tono general denso y quiebres de registro impactantes. Representa, también, el cierre de la primera etapa de la filmografía de su realizador, quien mutaría de forma radical en su siguiente trabajo, Juan Moreira.