El polvo ya no nubla nuestros ojos

Las voces se elevan, cada una en su lengua, desde distintos puntos de Perú: en sus lecturas, invocan a los muertos y reavivan el fuego de las luchas del pasado. Las heridas se hacen carne en esos cuerpos del presente, en quienes hoy pelean batallas nuevas y en quienes se resisten a abandonar aquellas que llevan siglos. Los testimonios pueden provenir de hace 60 años o de ayer. Las injusticias de las que los textos dan cuenta están profundamente enraizadas en su tierra y en su época, pero el montaje devela una continuidad siniestra. Y al mismo tiempo afirma una esperanza: la de unirse en la lucha, la de prestarle la voz a quien ha sido silenciado. A la pregunta de si es posible hoy todavía un cine de denuncia y cómo, El polvo ya no nubla nuestros ojos responde urdiendo un tejido de voces diversas que nos recuerdan que la memoria es siempre una acción, y una acción colectiva.