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Competencia Estados Alterados
Entrevista con Nicolás Torchinsky, director de «El polvo»

July falleció hace poco. La cámara recorre su departamento y sus cosas; las voces de quienes la amaron nos guían. Los recuerdos dejan entrever las dificultades de abrazar su identidad como mujer trans; la historia de July espeja la de una comunidad. Esa es la historia que narra el argentino Nicolás Torchinsky en El polvo, su segundo documental luego de La nostalgia del centauro (2017). La película forma parte de la Competencia Estados Alterados. Torschinsky estudió dirección cinematográfica en la Universidad del Cine (FUC) y dirigió también los cortometrajes Simulacro (2012) y Érase una vez en Quizca (2021). Sus trabajos participaron de las competencias de numerosos festivales internacionales.
¿Por qué decidiste contar la historia de July a través de un acto tan íntimo como desarmar la casa de una persona amada que ya no está?
July era mi tía. En 2015 nos juntábamos a grabar nuestras conversaciones con la idea de escribir una película sobre su vida. Al poco tiempo se enfermó gravemente y ya no pudimos completar ese proceso. Dos días después de su fallecimiento, con el estupor y la confusión de la tragedia familiar, por un impulso y con una cámara prestada, registré su departamento tal cual quedó la última vez que estuvo allí. Cuando mi familia empezó con el desarme, continué registrando ese proceso. Un año y medio después de comenzar, entendí que tal vez estuviera haciendo una película inevitable, que vino a buscarme, y con ella la posibilidad de reencontrarme con July. Una forma de evocarla a través de los objetos que la acompañaron en vida y lo que quedó de ella en sus espacios, cumpliendo con el pacto que la muerte no nos había permitido concretar.
La película se centra en los espacios y los objetos; la figura de July está visualmente ausente durante la mayor parte de la película y tampoco los rostros de las personas retratadas llenan la pantalla como lo harían en un documental clásico. ¿Cómo pensaste esas decisiones formales (qué mostrar y qué no, cómo trabajar los encuadres, el montaje, las voces, la puesta en relación de esos distintos elementos)?
Desde aquel día que fui por primera vez al departamento con la cámara tuve la intuición de que el trabajo de imagen estaría focalizado en los objetos y espacios de July. Una vez comenzado el desarme le siguió la intuición de que la familia y amigxs serían manos, torsos, espaldas, nucas, etc., que transformarían el espacio moviendo los objetos, borrando huellas, y que a través de nuestras conversaciones podrían emerger y construirse destellos de la compleja e inabarcable identidad de quien la habitaba. A estas intuiciones le siguió el trabajo enorme junto a Baltasar Torcasso (director de fotografía) en encontrar a lo largo de cinco años formas de mirar en un departamento pequeñísimo que parecía agotarse día a día, plano a plano. Y el trabajo descomunal de Lorena Moriconi (montajista) en poder articular materiales tan diversos en la construcción de una temporalidad emocional muy particular, la del duelo, y la evocación de July entre palabras, sonidos e imágenes.
Y con respecto a las personas que forman parte de la película, ¿cómo fue el trabajo con ellas, considerando también la complejidad de estar atravesando un duelo juntos? ¿Cómo considerás que ese trabajo colectivo incidió en la forma final de la película?
Esta película, como experiencia o proceso de creación, está fuertemente atravesada por la vida. Todas las personas que participamos, tanto delante como detrás de cámara, cada una a su manera, hemos estado inmersas en un maremágnum de emociones. Creo que la película nos permitió hacer el duelo de manera colectiva. A su vez eso implicó una especial atención al cuidado del otrx. Y la posibilidad de un rodaje intermitente nos permitió tener tiempo para ir procesando lo que nos iba pasando. En lo personal, creo que durante algunos períodos del proceso me sentía perdido. No tenía la certeza de si lo que estábamos haciendo sería material utilizable para una película. La confianza y el compromiso de las personas que trabajaron a lo largo de los años codo a codo conmigo impidieron que me derrumbara en el camino y le dieron sentido al enorme esfuerzo que todxs estábamos haciendo. Esta película solo era posible en un proceso de trabajo compartido.