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Competencia Estados Alterados

Entrevista con Tana Gilbert, directora de «Malqueridas»

Entrevista con Tana Gilbert, directora de «Malqueridas»

Con imágenes clandestinas registradas gracias a celulares escondidos, el documental Malqueridas, de la cineasta chilena Tana Gilbert, programado dentro de la Competencias Estados Alterados, narra una veintena de historias de madres que están privadas de su libertad. Una indagación sobre la maternidad, la soledad, la distancia y la solidaridad entre mujeres. Gilbert dirigió también varios cortometrajes documentales que han sido proyectados en festivales internacionales como Hot Docs, RIDM Montreal, Festival Internacional de Chicago, Festival Internacional de Valdivia y SEMINCI, entre otros. Cuenta con una maestría en cine documental de la Universidad de Chile y es docente en diversas universidades de su país.


¿Cuál fue el disparador para contar las historias de estas mujeres? ¿Qué tan difícil fue lograr que dieran sus testimonios?

En 2017 me topé a través de Facebook con perfiles de personas privadas de su libertad que tenían imágenes dentro de la cárcel, quienes registraban su vida cotidiana y utilizaban esa plataforma para denunciar las vulneraciones a los derechos humanos que ocurrían dentro. Durante 2018 nos unimos a diferentes organizaciones que realizan talleres en la prisión para mujeres. Así entramos en la de San Joaquín, una de las cárceles de mujeres más grandes de Chile. Nuestra primera relación con ellas fue a través de la ONG Leasur, que realizaba talleres de derecho penitenciario; eso nos permitió conocer a algunas con las que tenemos relación hasta hoy. Creamos un vínculo de confianza y empezamos un trabajo de colaboración. Nunca quisimos trabajar con ellas de forma esporádica y utilitaria, hicimos un esfuerzo para que confiaran en nosotras. Nos convertimos en parte de su red de apoyo fuera de la cárcel. Ellas tenían muchas ganas de hablar de lo que habían vivido y con el tiempo fueron viendo a la película como una oportunidad para contar sus historias.

La placa inicial informa que los celulares están prohibidos dentro de la cárcel. ¿Han tenido algún problema al exponer estas imágenes? ¿Están informadas las mujeres que aparecen sobre la existencia de Malqueridas y que lo que registraron terminó siendo un documental?

Hasta ahora no hay repercusiones negativas de la película sobre las autoridades. Hay un interés público en que la película pueda ser vista pronto en Chile y permita discutir sobre las condiciones de las mujeres madres en las cárceles de Chile. Sin duda, el diálogo continúa y seguiremos fomentando la reflexión sobre el tema. El uso de teléfonos celulares dentro de las cárceles es una realidad muy común en Chile y América Latina, a pesar de que están completamente prohibidos. En Chile, esta prohibición era solo un protocolo interno de Gendarmería, donde se exponían a ser sancionadas con la suspensión de visitas o el confinamiento en celdas de aislamiento. Hace dos meses, la situación cambió y es ilegal. Hoy están expuestas a aumentar sus penas de cárcel por el uso de celulares. Por eso, hoy más que nunca es importante abordar el tema de la comunicación y cómo generar nuevos mecanismos para que las familias no pierdan el contacto con las personas privadas de libertad.

¿Cuánto material tuvieron a disposición para montar la película? ¿Cómo fue el proceso de selección y el criterio para armar la narración de Malqueridas?

El proceso de montaje duró más de un año, en el que trabajamos con el material en bruto recopilado. Recopilamos el material de la película durante seis años. Muchas de las fotografías fueron registradas y subidas a Facebook, pero también creadas con el fin de mostrarnos lo que pasaba adentro. Algunas de ellas se tomaron en serio el rol de creadoras de estas imágenes, lo que nos permitió acceder de distintas formas y dimensiones a la cárcel. Terminamos recopilando muchísimo material, alrededor de mil videos y cuatro mil fotos. Por otro lado, sus celulares solían ser confiscados en los allanamientos y perdían las contraseñas de sus cuentas de redes sociales donde tenían albergado el material. Como ellas sabían que nosotras guardamos las imágenes para la película, empezaron a pedirlas con el fin de recuperarlas, sobre todo aquellas imágenes en las que estaban junto a sus hijos pequeños, de los que se habían separado. Por esta razón no ocultamos los rostros de los niños en la película, ya que es muy importante para ellas verse a sí mismas con sus hijos cuando estaban juntos.